Si como profesional de la psiquiatría le digo que hay que invertir en salud mental, usted podría pensar que es para defender mis intereses, aunque sean legítimos. Pero si le digo, que es por el bien común de nuestra comunidad, debería leer este articulo. Lord Richard Layard es uno de los más ilustres economistas de la London School of Economics, de acuerdo con sus estudios, esta inversión es en parte rentable para los contribuyentes, incluso en términos, puramente y reduccionistamente económicos. El fundador del Centro para la Performance Económica de la London School of Economics (LSE), en su libro La Felicidad: Lecciones de una nueva ciencia (2005), explica que, sus sentimientos son tan perfectamente normales que son la causa de que en los países del Primer Mundo, aunque haya aumentado el PBI, los niveles de felicidad de la población hayan quedado estancados en los últimos veinticinco años, porque el bienestar general no ha aumentado. O si se prefiere, la infelicidad se debe más a la ausencia de salud mental que a la pobreza.

Afirma, que en los países desarrollados, por ejemplo en Gran Bretaña, la principal causa de infelicidad es la enfermedad mental. Una de cada seis personas sufre de depresión clínica o desórdenes de ansiedad crónica,- una de cada tres familias se ven afectadas-, que son perfectamente tratables, pero en la mayor parte de los países, menos de un cuarto de quienes sufren estos problemas son asistidos. Este es un gran problema sumergido, que la vergüenza permite a todos mantenerlo fuera de la vista. En España, de acuerdo con el Estudio Europeo de Epidemiología de los Trastornos Mentales, uno de cada cinco españoles, sufre durante su vida algún trastorno mental. La incidencia es algo menor entre los hombres y mayor en las mujeres, y aumenta significativamente con la edad en ambos sexos.

España, debido a la falta de políticas sanitarias a largo plazo, invierte en salud mental el 5% del total del gasto sanitario, lejos del 10% que dedican de media el resto de países de la Unión Europea. El pasado año el Ministerio de Sanidad estimó en un 8% del PIB, unos 83.000 millones de euros, el importe total de la enfermedad mental en España, incluyendo todos los costes. Entre ellos, la OCDE calcula que un tercio de los gastos por discapacidad se deben a las patologías mentales. Segundo, las tasas de empleo entre los que sufren las peores enfermedades mentales son tres tercios mayores que las de las personas sanas. Finalmente, el coste en términos de bajas por enfermedad, en muchos países desarrollados, el 35% al 45% del absentismo laboral es debido a los problemas de salud mental. Patel y Knapp (1997) estimaron el costo agregado de los trastornos mentales en la Gran Bretaña en 32.000 millones de libras esterlinas (a los precios de 1996/97), el 45% de los cuales, son imputables a la productividad perdida. Además, está el coste del sufrimiento humano que, como decíamos, no tiene valor. Esto es una mala noticia,

La buena noticia es que ahora tenemos terapias psicológicas sencillas que pueden sacar, al menos, a la mitad de los afectados fuera de su miedo crónico. Estas nuevas terapias no son infinitas. Son tratamientos cortos, pero se necesitan profesionales cualificados. Las directrices oficiales del Instituto Nacional para la Excelencia Clínica (NICE) dicen que, estos tratamientos deben estar disponibles para todas las personas con depresión o trastornos de ansiedad o esquizofrenia, a menos que el problema sea reciente o muy suave. Pero las directrices NICE no pueden aplicarse porque no tenemos suficientes terapeutas o los Servicios están saturados por demandas inespecíficas. Pero mucha gente no tendrá medicación, ya sea porque le desagradan los efectos secundarios o porque quieren controlar su propio estado de ánimo. El resultado es trágico.

La mitad de ellos podrían curarse con un costo de no más de £750. Para la depresión y la ansiedad hacen que sea difícil o imposible, pues, trabajo y personas reciben beneficios de la incapacidad laboral. Ahora, decía el Lord británico, tenemos un millón de personas sobre los beneficios de incapacidad debido a enfermedad mental – más que el número total de personas desempleadas que reciben beneficios de desempleo — al mismo tiempo, el desempleo es nuestro mayor problema social. La enfermedad mental es ahora uno de los mayores problemas y sabemos qué hacer al respecto. Es hora de utilizar ese conocimiento. Pero, ¿podemos permitirnos lasl £750 que cuesta tratar a alguien? Para una persona en la prestación de incapacidad laboral nos cuesta £750 al mes, beneficios adicionales e impuestos perdidos. Si la persona trabaja un mes más como resultado del tratamiento, éste se paga por sí mismo.

Y no digamos los beneficios que generarían las políticas de empleo en la discapacidad, si el gobierno hiciera cumplir la ley vigente en las empresas sobre la reservas de empleo para estas personas. Y olvide que la inversion en el cuidado de la salud mental en la infancia y la adolescencia contribuye a la disminucion del gasto en los trastornos mentales del adulto.¿Que le parece ahora, un gasto o una inversión?

Francisco Rodriguez Pulido

Profesor Titular de Psiquiatria ULL.