Las  asambleas, colectivos, asociaciones y personas que nos adherimos a   esta Declaración, queremos expresar nuestro profundo rechazo a la  celebración del día 12 de Octubre y proponemos iniciar un proceso de  diálogo amplio que permita resignificar esta fecha, a través del  reconocimiento del dramático impacto de la colonización histórica y de   las nuevas colonizaciones en la sobrevivencia, dignidad y soberanía de   los pueblos del territorio hoy conocido como Latinoamérica/Abya Yala y   muchos otros pueblos alrededor del mundo.

El  12 de octubre constituye simbólicamente el inicio de una  ocupación  político militar que tuvo como resultado el exterminio de más  de 80  millones de personas y la esclavitud y desplazamiento forzado de  otras  cientos de miles, pertenecientes a pueblos originarios de América y   África

La  colonización supuso para los pueblos ocupados la destrucción de  su  sistema político, la represión de su espiritualidad y sus sistemas   culturales, que devino en pérdida de diversidad no sólo para estos   pueblos sino para el conjunto de la humanidad.

La  colonización supuso la apropiación de los territorios y su   instrumentalización como meros recursos naturales que fueron expoliados   de manera indiscriminada, sin que los pueblos originarios obtuvieran   beneficios ni pudieran disponer de mecanismos para alcanzar y mantener   su bienestar.

La  colonización, sumada a los sistemas patriarcales ya instalados   ancestralmente, significó un sometimiento aún mayor de las mujeres   indígenas, que sufrieron violaciones sexuales masivas como parte de la   estrategia de dominación y fueron obligadas a cumplir tareas necesarias   para el mantenimiento del sistema patriarcal colonial, limitando su   desarrollo pleno como personas.

La  colonización es una de las causas históricas más importantes del   desconocimiento actual de los saberes de los pueblos originarios, del   menosprecio de sus lenguas y de sus sistemas de salud y de organización   social y en definitiva, de las restricciones a su autonomía y  soberanía.

La  colonización instauro estructuras político sociales profundamente   racistas y discriminadoras que establecen una supuesta superioridad de   los pueblos ocupantes sobre los ocupados, que se mantienen hasta hoy en   la mayoría de los países resultantes del proceso de colonización y que   son la base de las principales desigualdades, conflictos armados,   violaciones de derechos humanos y de la situación de vulnerabilidad de   las poblaciones indígenas.

La  falta de una mirada crítica de la colonización ha minimizado el   impacto de los procesos descritos anteriormente, haciendo posible que  se  instalen discursos que la justifican como mecanismo “civilizatorio”  que  ha hecho posible el “desarrollo” de los territorios ocupados. Este   discurso sigue legitimando hasta el día de hoy la sistemática  exclusión  política, cultural y social de los pueblos indígenas por los  estados en  los que nacieron, así como la expropiación de los  territorios habitados  por los pueblos originarios sobrevivientes como  estrategia de  apropiación de los recursos naturales de los mismos,  llegando inclusive a  considerarlos terroristas cuando muestran  resistencia a abandonar  dichos territorios.

Actualmente,  somos testigos de nuevas formas de colonización tanto  en los  territorios históricamente ocupados como en otros, a través de la   explotación de recursos naturales y humanos, la esclavización mediante   deudas ilegítimas, el acaparamiento de tierras, las intervenciones y   ocupaciones militares, los regímenes de apartheid, los tratados de  libre  comercio… La cooptación por parte de capitales y empresas   multinacionales de los organismos y espacios institucionales que   deberían estar al servicio de las poblaciones y de la democracia,   derivan también en el acaparamiento o destrucción de los territorios y   la esclavización y desplazamientos forzados de poblaciones, obligadas a   dejar su país de origen para escapar de guerras y violencia económica   sin que sea garantizado el derecho a moverse libremente en este  planeta,  encontrando muerte y discriminación en su camino. Nuestros  derechos  fundamentales y la misma supervivencia de la tierra se  encuentran cada  vez más amenazados por la acción del mercantilismo sin  escrúpulos de las  multinacionales y corporaciones transformando en títeres a los  gobiernos.

Los  pueblos originarios continúan desde el inicio de la colonización   histórica un proceso de resistencia para la defensa y preservación de   sus sistemas ecológicos y culturales, en una situación de desigualdad   ante los intereses privados y la limitada voluntad o capacidad de los   Estados para respetar y proteger su soberanía, sus derechos y su   existencia misma.

Nuestro objetivo

Nuestro  objetivo es fortalecer la soberanía de los pueblos, que se  respeten  las semillas ancestrales y se proteja su diversidad,  considerando los  modelos tradicionales de agricultura, prohibiendo la  utilización de  químicos que dañen la globalidad del planeta,  favoreciendo aquellos  modelos de vida, de producción y de cultivo que  sean respetuosos, que  promuevan el consumo responsable, y cuyo impacto  en los ecosistemas sea  mínimo, favoreciendo la utilización de energías  alternativas. Que los  pueblos originarios, verdaderos guardianes de la  naturaleza, tengan el  derecho a recuperar sus territorios ancestrales y a  vivir de acuerdo  con su cultura.

Resistimos construyendo alternativas a pesar de la criminalización y de la represión a los movimientos sociales.

No  es posible dar vuelta a la historia y eliminar los estragos  causados  por la colonización. Sin embargo, sí que es posible accionar  para  visibilizar las diferentes visiones y vivencias sobre esta parte de  la  historia, apoyar la acción de la justicia y la reparación de los  daños  causados y, especialmente, la no repetición del daño ya sea de  manera  simbólica o material y trabajar para la superación del sistema   económico político global que funda sus raíces en todo tipo de   colonización.

Por  todas estas razones, consideramos que mantener cualquier acto de   celebración del 12 de Octubre resulta inaceptable, más aún cuando estas   son realizadas por Estados que se consideran democráticos.

El  principal acto de celebración institucional español es un gran  desfile  militar. Los ejércitos cuidan los intereses  económico-energéticos de  las grandes corporaciones. Queremos que el  presupuesto que se dedica a  los gastos militares se invierta en  necesidades sociales.

En  este sentido hacemos un llamamiento a todas las personas,  colectivos,  asociaciones e instituciones a iniciar procesos de reflexión  y acciones  que favorezcan una resignificación del 12 de Octubre, que  permitan una  relación más digna e igualitaria entre los pueblos