En este 7 de junio, Día Mundial de la Inocuidad de los Alimentos, la Federación Sindical Mundial (FSM) – Intersindical Canaria, declara que es hora de dar vuelta a la página e identificar claramente a los principales culpables de las dramáticas consecuencias de la producción de alimentos que conducen a enfermedades y dolencias.

Según la propia ONU, hay “una estimación anual de 600 millones de casos de enfermedades transmitidas por alimentos, los alimentos no inocuos son una amenaza para la salud humana y las economías. Afectan desproporcionadamente a las personas vulnerables y marginadas, especialmente a las mujeres y los niños, y a las poblaciones sujetas a los conflictos y la migración. Se calcula que cada año mueren en el mundo 420.000 personas por comer alimentos contaminados. Asimismo, los niños menores de 5 años representan un 40 % de la carga de morbilidad por enfermedades de transmisión alimentaria, con 125.000 muertes al año.”

Estas dramáticas cifras van de la mano con la creciente presencia de la agroindustria en el mundo agrícola, la explotación exagerada de la tierra, los monocultivos y el uso masivo de químicos en la producción agrícola; todo ello es la causa de padecimientos y enfermedades entre campesinos y trabajadores agrícolas, y en segundo lugar entre los consumidores, afectando en su mayoría a la población infantil, quienes son más susceptibles a la contaminación por productos químicos.

Declaraciones de principios dirigidas a sensibilizar a la opinión pública sobre la necesidad de un mayor cuidado en las normas de higiene en el almacenamiento y manipulación de los alimentos son engañosas si no se toman medidas estrictas para contrarrestar el uso masivo de plaguicidas, para combatir la insalubridad de la ganadería intensiva que a menudo resulta ser la causa de la propagación de enfermedades animales y la contaminación ambiental.

Particularmente desde los países del hemisferio sur llegan numerosas denuncias sobre el uso precautorio de químicos prohibidos por los mismos organismos internacionales que hoy celebran el Día de la Inocuidad de los Alimentos.

Por ejemplo, en el sudeste asiático el problema es muy grave: en Tailandia, según informes de organismos independientes, rastros de pesticidas peligrosos prohibidos en el mercado se han encontrado en porcentajes enormes, del 35% al 100% de las muestras analizadas, en los productos puestos en el mercado. El consumo de frutas y verduras contaminadas puede tener un impacto muy grave en la salud de los niños, a menudo desafiando las normas que imponen un límite máximo de residuos. Además, según encuestas independientes, el trabajo infantil en la agricultura representa el 70% de todo el trabajo infantil con más de 100 millones de niños sujetos a riesgos de salud muy graves.

Los trabajadores y consumidores de los países más pobres y menos desarrollados corren mayor riesgo, ya que ahí la conciencia ambiental y la sensibilidad a estos temas también están mucho menos desarrolladas que en otros lugares, acompañados por un nivel cultural más bajo. Aunque sólo el 25% de los plaguicidas del mundo se comercializan en estas zonas, es aquí donde se concentra el 99% de los casos de muerte por su uso.

Los organismos internacionales de control muchas veces están condicionados y dirigidos por los intereses de las grandes multinacionales químicas como Bayer, Monsanto y Sygenta, las cuales, al actuar de acuerdo con la legislación nacional, continúan operando con productos químicos nocivos para la salud.

La FSM- Intersindical Canaria está junto a los trabajadores y campesinos de todo el mundo, especialmente junto a las poblaciones de los países más pobres, y denuncia enérgicamente el sistema agroindustrial que es el principal responsable de las enfermedades y la contaminación de la producción y el consumo de alimentos.

La Federación Sindical Mundial pide la prohibición de todos los productos nocivos para la salud de los trabajadores y consumidores, y exige el respeto a los derechos de los trabajadores y campesinos, quienes son los verdaderos protagonistas de la lucha contra el hambre en el mundo.

Sin un cambio radical en el sistema agrícola internacional, hoy condicionado por los gigantes multinacionales de la industria y las finanzas, no se puede lograr la seguridad alimentaria.