Por decisión del ministerio de sanidad del gobierno de España, a partir del miércoles 20 de abril dejará de ser obligatorio en la utilización de mascarillas en los espacios interiores para frenar el contagio por coronavirus.

Se trata de un momento que, sin duda, ha sido muy esperado desde el comienzo de la pandemia. Por un lado, por la incuestionable incomodidad que provoca la utilización de este elemento de protección. Pero también, y especialmente, porque, en buena lógica, dicha decisión había sido asociada siempre a la superación de dicha pandemia.

La realidad es, sin embargo, según han advertido desde la propia comunidad científica del Estado español, que la decisión adoptada por el gobierno del PSOE y Unidas Podemos es estrictamente político-económica y no se encuentra basada en criterios sanitarios.

El pasado 6 de abril, la Sociedad Española de Epidemiología (SEE) se pronunciaba en este sentido advirtiendo que:

“El anuncio de la retirada de mascarillas en interiores en una fecha determinada, sin que sepamos a priori cómo estará la situación en ese momento del futuro próximo, no puede ser una medida basada en la evidencia de la situación epidemiológica de ese momento, sino en otras cuestiones”.

En la misma línea se manifestaba también el doctor Marcos López Hoyos, de la Sociedad Española de Inmunología (SEI), que no dudaba en calificar la medida como “precoz”, y manifestaba su “preocupación” por el hecho de que la mascarilla se fuera a retirar antes de que se pudiera haber comprobado que el sistema de vigilancia, basado en redes centinelas, es realmente capaz de identificar rebrotes o picos de contagios.

López Hoyos reconocía, en este sentido, que la medida no estaba basada en criterios científicos, sino, en cualquier caso, en una respuesta política al “cansancio” que su utilización durante tanto tiempo ha provocado en la población.

El problema, no obstante, es que la retirada de las mascarillas se va a producir con unos índices de contagio que no son solamente más elevados que en muchos momentos anteriores de la pandemia, sino que se encuentra al alza.

Este mismo 19 de abril, el Ministerio de Sanidad registraba 74.679 nuevos casos de coronavirus, de los que 35.456 se han producido en mayores de 60 años, lo que eleva a 11.736.893 la cifra total de contagios en el Estado español desde el inicio de la pandemia.

Los propios datos del ministerio indican que la incidencia media de contagios en el Estado español en personas mayores de 60 años, ha sufrido un  aumento de más de 70 puntos en la última semana, situándose en los 505,86 casos por cada 100.000 habitantes, en comparación con los 435,42 notificado el pasado martes por el departamento dirigido por Carolina Darias.

En las pasadas dos semanas se han registrado un total de 62.312 positivos en este grupo de edad. Y, aunque a nadie parecía importarle, en este periodo se han notificado 455 fallecidos más por Covid-19, de los cuales 187 se han registrado en la última semana. Esto hace que la cifra oficial de muertos por coronavirus en España se eleve a las 103.721 personas.

Actualmente hay 5.635 pacientes ingresados por Covid-19 en todo el Estado (frente a los 4.779 de hace una semana) y 345 en una UCI (se registraron 368 el martes pasado).

La tasa de ocupación de camas ocupadas por coronavirus se sitúa en el 4,59 por ciento (frente al 3,87% del martes pasado) y en las UCI en el 3,84 por ciento (en comparación con el 4,07% de hace una semana).

A nadie debería sorprenderle, pues, que tras la retirada de las mascarillas como medida de protección los índices de contagios, y con ellos también el número de muertos, se disparen de manera exponencial en las próximas semanas.

Eugenio Fernández para Canarias Semanal