ARTURO BORGES ÁLAMO

En el Informe número 50, del 10 de diciembre de 2021, del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de China On Coexistence with COVID-19: Estimations and Perspectives (chinacdc.cn), se desarrollan las estimaciones y perspectivas respecto a las dos estrategias alternativas que el país podría seguir, la aplicada de “contención y supresión” (la política del “cero dinámico”) o la de otros muchos países de “mitigación”, que acepta algún nivel de propagación del virus, pero buscando disminuir su impacto. 

El CDC de China juzgó que “la mitigación podría permitir el desarrollo de la inmunidad colectiva durante mucho tiempo, pero a un gran coste en términos de número de casos, morbilidad y mortalidad”. El CDC de China concluyó que el sistema de atención médica de China se vería rápidamente abrumado por unos 630.000 casos diarios de Covid-19 y más de 10.000 casos graves cada día. “Adoptar ciertas estrategias de “apertura” sin reservas”, advirtió el CDC de China, “tendría un impacto devastador en el sistema médico de China y causaría un gran desastre dentro de la nación”. Esta política, que se ha seguido en la mayoría de los países del mundo, se considera inaceptable optándose por proteger a la población hasta que se pudiera desarrollar y desplegar una vacuna. 

China ahora ha vacunado completamente a casi el 80 por ciento de su población, alcanzando este nivel de inmunidad poblacional sin sufrir una infección generalizada. Sin embargo, la continua propagación del virus en países que han vacunado a porciones sustanciales de su población y el continuo alto número de muertes en esos países han provocado que el CDC de China advierta contra el abandono de la estrategia Cero Covid. 

China enfrenta fuertes presiones para abandonar su política de control desde otros sectores. Si bien la política china del Cero Covid permite una vida normal con relativamente pocas restricciones dentro de las fronteras del país, el estricto régimen de cuarentena para los viajeros entrantes (tres semanas) ha dificultado los viajes internacionales. El New York Times ha querido destacar la dificultad que esto representa para los empresarios que viajan al país. Sin duda, China también tiene ante sí presiones comerciales internas que presionan para que se levanten las restricciones fronterizas y otras medidas de control que podrían obstaculizar la actividad comercial. 

El tiempo que permanezcan en vigor los estrictos controles fronterizos de China dependerá de cómo otros países del mundo logren controlar la propagación del virus y de la eficacia de las vacunas, los nuevos medicamentos y los tratamientos para reducir su gravedad. 

Con la aparición de la variante ómicron, las exigencias, en su mayoría desde fuera de China, de abandonar la política del “cero dinámico” (cada vez más fuerte desde hace unas pocas semanas) han sido expuestas como temerarias. China espera y estudia cómo se comporta la nueva variante así como la posibilidad de una nueva vacuna contra ella. Debido a su estrategia del cero dinámico, China tiene la capacidad de esperar y ver desde una distancia segura. Por el contrario, los países que están “viviendo con el virus” ya están afrontando las consecuencias de ómicron sobre la salud de sus poblaciones. 

Las medidas de control de la epidemia que han soportado los chinos palidecen en comparación con el precio en vidas y medios de subsistencia que han pagado los estadounidenses. Desde el comienzo de la pandemia, por cada persona temporalmente en cuarentena en China (un país con cuatro veces la población de Estados Unidos), ha muerto un estadounidense. Al mismo tiempo, la cantidad de tiempo pasado encerrados en la mayoría de las ciudades de China desde abril de 2020 ha sido mínima. Más de mil millones de personas, en ciudades como Beijing, Shanghái y Guangzhou, han estado viviendo durante 20 meses con pocas restricciones en la vida diaria y prácticamente no han tenido riesgo de contraer el virus. 

Las medidas de control de epidemias en Chongqing y en otras partes de China, basadas en principios básicos de epidemiología y tecnologías modernas, como las pruebas de PCR y el rastreo de contactos basado en teléfonos inteligentes, han demostrado ser efectivas. 

Hay dos tipos principales de reacción a este hecho en Occidente. El primero, cada vez más raro, es la incredulidad. Incluso los principales medios de comunicación occidentales hostiles hacia China llevan tiempo ya aceptando que los recuentos de casos de China son extremadamente bajos. Si la pandemia ha mostrado algo, es que ignorar el virus no lo hace desaparecer, y cualquier brote desatendido en China se saldría rápidamente de control, particularmente en metrópolis abarrotadas como Shanghái y Beijing. Tal brote sería visible para los corresponsales extranjeros, sin mencionar los cientos de miles de extranjeros que viven en China. Y, como veremos, las medidas que toma China para combatir los brotes son muy visibles e imposibles de mantener en secreto; de hecho, dependen fundamentalmente de la participación generalizada de la población. 

El segundo tipo de reacción es pintar a China como un infierno draconiano, en el que los ciudadanos viven en un estado constante de bloqueo y asedio. Su enfoque ha permitido a China, donde se detectó el virus por primera vez hace dos años, mantener el número de personas enfermas deCovid-19 en poco más de 100.000. Mientras tanto en el mundo se han registrado más de 5,3 millones de muertos y más de 276 millones de casos de Covid-19 desde finales de 2019. 

¿Cómo es, entonces, la vida en la gran mayoría de la “China del Covid Cero”? ¿Qué medidas se utilizan para mantener en cero, o cerca de cero, los casos en el país? En primer lugar mediante estrictas reglas de cuarentena a los viajeros entrantes desde el extranjero para evitar la reintroducción del virus en el país, constituye una barrera bastante confiable contra el virus, de modo que la vida dentro de las fronteras del país ha sido relativamente normal desde el final de la primera ola en la primavera de 2020. 

En el caso de un brote, los contactos cercanos de las personas infectadas se ponen en cuarentena. A modo de comparación, el número acumulado de personas en cuarentena en China durante toda la pandemia es ligeramente mayor que el número de personas que han muerto de Covid-19 en los Estados Unidos. Durante el brote inicial de coronavirus en Wuhan, en enero de 2020, Chongqing, con una población urbana de más de 20 millones de personas, comenzó a ver casos de Covid-19 y se la bloqueó. La ciudad comenzó a aliviar las restricciones en marzo de 2020 y los restaurantes comenzaron a reabrir para cenas presenciales. Las escuelas reanudaron las clases presenciales en abril y mayo. Después de salir del confinamiento, Chongqing no detectó nuevas infecciones locales durante más de un año.

Relaciones entre el cúmulo de casos detectados en Chongqing

Desde entonces, diversas ciudades de China tuvieron brotes con un pequeño número de casos y apagaron sus brotes locales de la misma manera que lo hizo Chongqing. Contrariamente a la percepción común en Occidente, en China se publica de forma habitual una enorme cantidad de información detallada sobre cada caso. Las agencias de salud pública publican un “seguimiento de actividad” detallado para cada persona que da positivo, enumerando las horas en las que visitaron varios lugares en los días anteriores, cómo se infectaron (si se sabe) e incluso los números de matrícula de los taxis en los que han viajado recientemente con el propósito de rastreo de actividad detallado para alertar a aquellos que se han cruzado con las personas infectadas.

Otro brote se resolvió en 15 días, este breve período a principios de noviembre de 2021 es la única vez desde abril de 2020 que Chongqing ha implementado restricciones significativas a la vida diaria. Por más de 20 meses, mientras todas las grandes ciudades fuera de China han sufrido varias serias olas de contagio y muerte, la vida en Chongqing (como en la mayor parte de China) ha sido relativamente normal. 

Una clave del éxito de Chongqing (y de otras ciudades chinas) en poner fin a brotes es la capacidad de identificar rápido los contactos cercanos de la gente contagiada. Esto se hace usando apps de teléfonos inteligentes para rastrear contactos, datos de la ubicación de los teléfonos celulares y entrevistas con los propios pacientes. Después de que el primer paciente fuera al hospital y diera positivo, sus contactos cercanos fueron rápidamente identificados y puestos en cuarentena, donde se les hacían pruebas frecuentemente y se les monitorizaba la salud. 

Al mismo tiempo, a los residentes de los barrios en los que vivían los primeros pacientes se les hacían tests en apenas unos días, para asegurarse de que el brote no se extendiera aún más. Si el brote se había extendido más ampliamente en la población, estos tests masivos habrían identificado a más gente contagiada, y los rastreadores de contactos habrían hecho un seguimiento a cada contagio individual, identificando el círculo de sus contactos cercanos. Mediante este proceso, cada contagio en una ciudad puede identificarse rápidamente, y la extensión se puede detener. 

Como hemos visto más arriba, los departamentos de salud locales son clave para implementar la política china del “cero dinámico”. Si un caso aparece en una ciudad, los rastreadores de contactos tienen que ser enviados en seguida a identificar los contactos cercanos, y el testeo de los contactos cercanos y los barrios afectados tiene que ser llevado a cabo lo más rápido posible. Para acabar con cada brote, los departamentos locales de salud tienen que entender rápidamente el alcance del brote: Si es un puñado de casos, o un brote mayor que se ha extendido sin ser detectado. El Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), ha enfatizado repetidamente lo crucial del trabajo sanitario público a nivel de la comunidad (y la necesidad de fortalecerlo) para la estrategia del país ante la Covid. 

Esto ha implicado una inversión significativa en el sistema sanitario público a nivel local. Por ejemplo, el gobierno central exige que cada ciudad tenga la capacidad de testear a toda su población en un corto espacio de tiempo. Esto significa dos días para ciudades con poblaciones de menos de 5 millones, y de tres a cinco días para ciudades de más de 5 millones. Esta capacidad local de testeo es apoyada por laboratorios ambulantes de testeo, que son llevados a regiones que tienen brotes activos para acelerar la revisión de la población. 

Arturo Borges Álamo