Las primeras olas de la pandemia de covid-19 supusieron una gran prueba de estrés que tendría que haber servido para, de manera ágil, rediseñar y reforzar la atención primaria. Pero no se ha hecho y ahora la degeneración del primer nivel asistencial, con heterogeneidad por comunidades autónomas, es evidente, con los sanitarios a duras penas afrontando la presión asistencial diaria, incluida la demanda no clínica. En esta última hay que calzar desde la repetición de derivaciones a hospital (por anulaciones y rechazo de visitas) hasta informes y certificados por causas no médicas y la incapacidad temporal (IT), incluida la causada por la covid-19, que aún colea.

Un indicador de la degradación que sufre la primaria es el empeoramiento, percibido claramente por la ciudadanía, de su accesibilidad. Esto frustra a los usuarios y añade leña al fuego del burnout del personal sanitario, que cada vez es más escaso. ¡Tantos años recogiéndose en los programas electorales de los partidos políticos el objetivo de reforzar la primaria para esto!

A la excusa de la crisis de 2008 y los consiguientes recortes presupuestarios se sumó la pandemia y, ahora, la inflación, la crisis energética y la situación geopolítica. Y pronto, el año que viene, habrá que añadir la parálisis por campañas electorales sucesivas. Siento decirlo, pero no le veo visos de solución.

Ante ese panorama, al menos sí ha hecho algo el Foro de Médicos de Atención Primaria, formado por la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap); el Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM); la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM); el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM); la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN); la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC); la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia(SEMG); y la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP). Ha formulado una propuesta detallada al Ministerio de Sanidad, las comunidades autónomas y el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) tendente a simplificar el modelo de IT (un derecho de los trabajadores cuando caen enfermos) con varias medidas: eliminando los aspectos burocráticos, unificando los modelos y generalizando el formato electrónico y facilitando la emisión de los partes por el facultativo responsable del proceso clínico en todos los niveles asistenciales. Y le ha puesto fecha: a partir de enero de 2023.

En algunas comunidades autónoma deshojan la margarita sobre potenciar o no la figura del administrativo de atención primaria, que parece algo coherente al menos en lo que respecta a gestiones que no requieren criterio clínico. Por poner un ejemplo: en marzo de este año el Consejo de Colegios de Médicos de Cataluña (CCMC) publicó un documento en el que, en un contexto de carencia de profesionales, instó al Departamento de Salud de la Generalitat a crear un grupo de trabajo de forma inminente para revisar qué tareas burocráticas se pueden suprimir, simplificar o delegar a nuevos perfiles profesionales. Ahí metieron la IT, recetas, informes, derivaciones o notificaciones y registros, que consumen mucho tiempo que, con otro sistema, se podría dedicar a la asistencia.

Todas esa propuestas responden a lo de siempre: “Los que pueden, actúan; y los que no pueden, y sufren por ello, escriben” (William Faulkner, 1897-1962. Escritor y guionista estadounidense, Premio Nobel de Literatura en 1949).

Lo bueno de todo esto es que los profesionales, y sus representantes, no están solos: tienen de su parte a la ciudadanía en la defensa de una buena atención primaria, pilar de un sistema público de salud de calidad, integral y de cobertura universal, y también a muchos organismos y entidades.

Dice la Organización Mundial de la Salud (OMS): “Los profesionales sanitarios tienen un papel crucial que desempeñar informando a los pacientes sobre cómo cuidar de su salud, coordinando la atención y defendiendo las necesidades de sus pacientes ante los administradores de los centros de salud y los responsables de la formulación de políticas”. Y añade: “Si queremos que la salud para todos sea una realidad, necesitamos: personas y comunidades que tengan acceso a servicios de salud de alta calidad para que puedan cuidar de su propia salud y de la salud de sus familiares; profesionales sanitarios cualificados que proporcionen una atención de calidad centrada en las personas, y responsables de la formulación de políticas comprometidos con invertir en la atención primaria de la salud”.

Carmen Fernández