El día 7 de abril de 2015, la Organización Mundial de la Salud (OMS) celebra el Día Mundial de la Salud, teniendo como tema central este año “la inocuidad de los alimentos”. Resulta cuanto menos llamativo el motivo escogido, al menos en lo que se refiere a este país, Canarias, con unos indicadores socioeconómicos dramáticos, con un 33% de la población bajo el umbral de la pobreza y la cesta de la compra más elevada del contexto europeo en relación con los bajos salarios, sobre todo para aquellos alimentos denominados saludables. En definitiva, una población enferma, sobre todo, por falta de acceso a una alimentación básica y sana. El Gobierno de Canarias, lejos de llevar a cabo la implantación de medidas para corregir las desigualdades sociales, además de lo anterior, aplica recortes brutales en Sanidad y Servicios Sociales, únicos entes capaces de paliar, de alguna forma, una situación tan sangrante como la mal nutrición.

Pero ¿cómo aplica el Gobierno esta batería de recortes?, de la manera más cruel. Esto es, maltratando a las personas preparadas y destinadas para hacer frente al problema de base, los profesionales sanitarios. Una especial forma que tienen de “protegernos”  para que podamos “cuidar” a los pacientes y usuarios de la sanidad con medidas tales como reducción de plantillas, aumento de la jornada laboral, imponiéndonos que trabajemos  más horas de las que corresponden, reducción salarial, aumento indiscriminado de las cargas de trabajo en unas condiciones esclavistas, extrema carencia de medios humanos y materiales.  Es decir: hacen recaer sobre las espaldas de los trabajadores sanitarios, el caos al que han llevado a la propia ciudadanía que demanda atención y el caos al que, a golpe de mala gestión, han llevado al conjunto la Sanidad Pública Canaria.

Nos hemos preguntado si los trabajadores de la Sanidad Pública somos hijos de un Dios menor, porque, incluso, en relación con el resto de empleados públicos, la penosidad laboral suma enteros por acumulación de agravios. Empezando por los contratos basura, el que trabajamos los 365 días del año en turnos de mañana, tarde y noche, con el dolor humano en todas las etapas de la vida del individuo, ello, para procurar a los seres humanos la recuperación de ese concepto de salud, que según la propia OMS sería el estado de completo bienestar, físico, mental y social, tarea de dimensiones titánicas y un objetivo mucho más complicado de lograr en el País Canario. Aún así, se nos castiga y penaliza por el hecho de enfermar mediante la rebaja de nuestro salario y someternos a una vigilancia casi policial, precisamente cuando las condiciones laborales disparan las cifras de siniestralidad laboral o las lesiones físicas y psíquicas entre los trabajadores continúan en alza. Los índices de Burnout o síndrome del profesional quemado, se hallan en niveles altísimos y a nadie parece preocuparle.

Como trabajadores de la Sanidad Pública, en defensa de la ciudadanía y de nosotros mismos como sujetos activos contra la enfermedad e impulsores de la Salud, exigimos este 7 de abril que se reviertan los recortes en sanidad, que pare la degradación de las condiciones laborales, impulsándose por parte de los poderes públicos una gestión orientada al fortalecimiento y no al desmantelamiento del sistema de Salud.

Con motivo de esta conmemoración, cabe recordar a la OMS y a los gobiernos, que en este país, para muchas personas lo difícil es acceder a los alimentos. En Canarias, históricamente y en relación con un sistema socio-política de marcado carácter colonial, ha habido hambre, marginalidad y mucha desigualdad en el reparto de la riqueza. Pero además, y sobre todo ahora, una pertinaz acción de los gobiernos español y canario dirigida a ningunear y despreciar la esencial labor de los trabajadores y profesionales sanitarios.